Cualquiera que llegue a Barcelona descubrirá que en muchos edificios y espacios públicos (en el barrio del Born también lo verán) se recrea, una y mil veces, la famosa leyenda de Sant Jordi: un caballero medieval que mata a un feroz dragón y, al hacerlo, rescata a la princesa.
Sant Jordi, o San Jorge, es patrono de Catalunya y su leyenda fue un elemento esencial a fines del siglo XIX, justamente en años donde se busca recuperar y revalorizar la cultura e identidad catalanas.
Pero Sant Jordi no es el único caballero que emprende la tarea de matar a un dragón. La leyenda que te contamos hoy también nos habla de la aventura de un caballero medieval, lo suficientemente valiente como para enfrentarse a esa bestia mitológica.
Es verdad que no alcanza exactamente los mismos resultados… quizás por eso es menos famoso. Pero su historia no deja de ser más que entretenida y llega hasta mezclarse con la realidad.
Viajemos en el tiempo al siglo XIII.
En esa Barcelona medieval había una familia de caballeros llamada Vilardell. De hecho, la calle en la que vivían se la conocía con el apellido de éstos: Carrer d’en Vilardell. Hoy, esa misma calle, se llama Carrer dels Cotoners y está en pleno barrio del Born, una de las zonas con más encanto de la ciudad de Barcelona.
La cuestión es que, por aquellos años, había un dragón que atacaba a quien pasase por el camino que unía a Barcelona con Girona: no importaba si eran personas o animales, el hambriento dragón los devoraba a todos.
Cansado de esta situación, el caballero Soler de Vilardell decidió tomar cartas en el asunto y se preparó para emprender la gran aventura: ir a matar a un dragón.
Cuando estaba apunto de salir de su casa, se encontró con un vagabundo en la puerta. El hombre, que evidentemente vivía en muy malas condiciones, le pidió una limosna al caballero.
Soler de Vilardell dejó su espada apoyada en la puerta y entró en la vivienda para buscar algunas monedas con las que ayudar al pobre hombre.
Sin embargo, cuando regresó a su encuentro, ya no estaba allí. Pero no sólo faltaba el vagabundo, también faltaba su propia espada!
Lo más extraño del caso era que en su lugar, había otra. Una espada de gran temple con una preciosa empuñadura. Y con un detalle especial: en la hoja había una inscripción que rezaba así:
“Espasa de virtut
brac de cavaller
pedra i drac
jo partire”
(“Espada de virtud
brazo de caballero
piedra y dragón
yo partiré”)
Con semejante espada en mano, Soler sintió que no podría fallar. Estaba listo para emprender su viaje y matar al dragón.
A medio camino pensó que sería mejor probar la espada, para ver si lo que la inscripción ponía, se cumplía de verdad.
Eligió una gran roca en el camino y, diciendo las palabras mágicas, cargó sobre ella:
“Espasa de virtut
brac de cavaller
pedra i drac
jo partire”
La roca se partió en dos sin dificultad y, en ese momento, el caballero se dio cuenta de que tenía la mejor espada para obtener la victoria. Así que, sin dudarlo, continuó su viaje para encontrar al famoso dragón.
Y llegó el momento: ahí estaba la bestia, hambrienta y feroz. Soler de Vilardell atacó al animal, sin miedo. Su espada mágica brillaba cuando la empuñó con todas sus fuerzas y la clavó en el cuello del dragón. Con un sólo golpe le cortó la cabeza, mientras decía:
“Brac de cavaller
espasa de virtut
pedra i drac
jo partire”
Contento por haber vencido, no se dio cuenta de que no había dicho las palabras en el orden correcto. Y, mientras tenía su brazo alzado con la espada en alto, una gota de la sangre del dragón resbaló por la hoja de la espada, pasando por su brazo y llegando, finalmente, a su corazón. Sólo pasó un instante, y el valiente caballero caía muerto por envenenamiento.
Si estás de camino por Catalunya, y pasás por Sant Celoni, se puede ver una montaña de piedras que, cuentan por ahí, cubre el cadáver del caballero. Todos la llaman la Roca del Drac.
Y la espada? Quedó en la familia mucho tiempo. Muchos reyes y príncipes querían poseerla, por ser tan preciada y especial, pero los Vilardell no quisieron desprenderse de ella.
Sin embargo, hay un curioso registro, en el año 1270. Una sentencia en el Archivo de Cortesía de la ciudad dictamina nulo un duelo en el que se enfrentaron dos señores: Bernat de Centelles y Arnau de Cabrera. El motivo de la nulidad? Parece que el ganador había usado la espada mágica de Soler de Vilardell y, como todos sabían en la época, está prohibido usar armas mágicas en la caballería.
Finalmente, se sabe que la espada pasó a manos de los Condes de Barcelona, una joya que heredaron en la familia. Así consta en los documentos de aquellos años que se conservan en el Archivo de la Corona de Aragón.
Fuente: “Fantasmas de Barcelona” Sylvia Lagarda Mata / @cuadernodeLuis
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