La Plaza Antoni López de Barcelona, alberga un edificio monumental, cuyas torres se pueden ver desde varios puntos de la ciudad, y en cuyas escalinatas muchos encuentran asiento para degustar el almuerzo comprado en Bo de B (mirá el artículo sobre este lugar y sus comidas al paso).
Hablamos del Edificio de Correos y Telégrafos de Barcelona. Un edificio que a pesar de ser un lugar de paso de mucha gente, son pocos los que entran y descubren un interior hermoso y una cúpula imponente.
Un poco de historia
El primer servicio de correos de Barcelona se remonta al año 1338, siendo una cofradía quien lo llevara delante, y su sede se encontraba en la Capilla d’en Marcús, en pleno barrio de la Ribera (actualmente barrio del Born). Seguramente, ya hablaremos de ella en otro posteo, pero sepan que es una de las más antiguas que aún se conservan hoy en la ciudad, con parte de su estructura de estilo románico.
En 1716, el rey Felipe V incorporará a la corona española el servicio de correos y su sede se mudará al Carrer Correu Vell (el correo viejo, de ahí su nombre).
NO será la dirección definitiva, y se irá reubicando la sede de este servicio en varios lugares de la ciudad.
Finalmente, a principios del siglo XX, llegará el proyecto que podemos contemplar hoy.
Se estaba abriendo la Via Laietana, una nueva avenida en el medio del casco antiguo para conectar la moderna Barcelona del Eixample con el mar. Y en este contexto, se inicia el proyecto de un nuevo edificio para el Correo, cuya actividad se venía transformando debido a la aparición de nuevos medios de transporte.
Características del Edificio de Correos
El edificio, de los arquitectos Josep Goday y Jaume Torres i Grau y de estilo neoclasicista, se construirá entre 1916 y 1929, y se inaugurará justamente con el inicio de la Exposición Universal de ese año, de la cual Barcelona era sede.
Construido con piedra de las canteras de Montjuïc, montaña símbolo de Barcelona, cuenta con una fachada principal que hace gala de 4 columnas de orden gigante, un friso con la inscripción CORREOS Y TELÉGRAFOS, 4 esculturas de figuras femeninas que representan las comunicaciones, los transportes y el escudo de la Casa Real Española en tiempos del Rey Alfonso XIII.
Pero sin lugar a dudas, el atractivo principal está dentro del edificio. Así que, si ya estás ahí, no te lo pierdas.
Es un edificio público, lo que significa que no se pagan entradas y no se restringe el ingreso.
Honestamente, muchos pasamos de largo en nuestras rutinas, y ni siquiera recordamos entrar para conocerlo. Pero vale la pena el esfuerzo de subir esa escalinata, y maravillarse con la cúpula de cristal que corona el edificio en su parte central y que lo llena de luz natural.
Y, por qué no, también hacer uso del servicio de correos: postal de Barcelona en mano, enviarla desde acá a quien quieras, como en los “viejos tiempos”.
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